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 Persona con una bata de laboratorio examinando muestras de carne, fruta, hortalizas y huevos con un microscopio.

Alimentos de calidad para la ciudadanía europea

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 Persona con una bata de laboratorio examinando muestras de carne, fruta, hortalizas y huevos con un microscopio.
© Alexander Raths / Adobe Stock.

Todos queremos consumir alimentos que sean seguros, poder identificar el origen de sus ingredientes y confiar en la veracidad de los beneficios para la salud que afirman reportar. A raíz de una serie de escándalos alimentarios, la UE reformó completamente su política de seguridad alimentaria en la década de 2000, dando lugar al desarrollo de la estrategia «De la Granja a la Mesa». Hoy en día, la UE quiere garantizar un alto nivel de seguridad en todas las fases de producción y distribución. Esto implica un sistema complejo que abarca toda la cadena alimentaria: asegurarse de que el ganado esté bien alimentado y sano; que se cultive de forma segura, y que los productos se procesen, almacenen, transporten, importen o exporten y vendan a los consumidores de acuerdo con normas estrictas.

¿Qué puede hacer la Unión Europea?

La política de seguridad alimentaria de la UE tiene por objeto lograr una protección óptima de la salud humana. La UE establece normas sobre higiene de piensos y alimentos, sanidad animal y vegetal y prevención de la contaminación de los alimentos. También establece normas sobre lo que puede o debe figurar en el etiquetado de los alimentos.

El organismo de evaluación de riesgos independiente de la UE, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, evalúa los riesgos científicos relacionados con nuestros alimentos. Mientras que las instituciones europeas se ocupan de la gestión de riesgos y la toma de decisiones, son los Gobiernos nacionales los que se encargan de hacer cumplir las normas, incluida la retirada de productos.

El «principio de precaución» es el núcleo de la política de seguridad alimentaria de la UE. Permite a las autoridades responsables de la seguridad alimentaria reaccionar rápidamente ante un posible peligro para la salud humana. Por ello, aunque no sea posible realizar una evaluación completa del riesgo, se puede interrumpir enseguida la distribución de un producto que parezca inseguro o retirarlo del mercado. Además, un sistema de alerta rápida permite a los Gobiernos intercambiar información con la Comisión Europea y coordinar su respuesta a las amenazas sanitarias causadas por alimentos o piensos. En 2022 se tramitaron más de 4 000 notificaciones, lo que propició la retirada inmediata de los productos sospechosos de los supermercados.

¿Qué ha hecho la Unión hasta ahora?

La UE da prioridad a la seguridad alimentaria frente a la protección de los cultivos. A fin de protegernos contra los residuos nocivos de plaguicidas, fijó unos límites máximos de residuos (LMR) para unos 1 100 plaguicidas de uso actual y pasado aplicados a 315 alimentos frescos. Las normas sobre LMR se actualizan cada año. Los fabricantes que soliciten la aprobación de un plaguicida deben presentar información científica sobre las cantidades mínimas de plaguicida necesarias para proteger un cultivo y el nivel de residuos que queda en él tras el tratamiento. A continuación, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria verifica que este residuo sea inocuo para todos los consumidores europeos, especialmente para los grupos vulnerables, como los bebés, los menores y los vegetarianos. Si se considera que algún grupo de consumidores está en riesgo, se rechaza la solicitud de LMR y el plaguicida no se podrá utilizar en ese cultivo.

En la UE no pueden comercializarse productos alimenticios que contengan cantidades intolerables de contaminantes. La UE establece y revisa de forma periódica los niveles máximos de contaminantes en los alimentos, como nitratos, metales pesados y dioxinas. En 2023 introdujo límites más estrictos para las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas en huevos, pescado, marisco, carne y despojos de animales salvajes y de granja. Estas sustancias químicas sintéticas, conocidas como «químicos eternos», pueden dañar nuestro sistema inmunitario, el desarrollo de fetos y bebés y los niveles de colesterol.

Como parte de la estrategia «De la Granja a la Mesa», la UE actualizó en 2022 una serie de normas conocidas como «paquete higiene». Establece normas de seguridad para las empresas productoras de carne fresca, marisco, leche y productos lácteos, mediante un sistema de autorregulación, supervisado por las autoridades nacionales. Unos 100 000 trabajadores independientes supervisan los 25 millones de empresas de manipulación de alimentos activas en toda la cadena de suministro de la UE.

¿Cuáles son los próximos retos?

La UE está revisando ahora las normas sobre el etiquetado de alimentos para el desayuno, como mermeladas, jaleas y zumos, y las relativas a la indicación del origen de la miel, para que sepamos de dónde procede. A fin de que puedas elegir alimentos más sanos y sostenibles, la UE tiene previsto introducir un etiquetado nutricional obligatorio y estándar en la parte frontal de los productos alimenticios y ampliar la información sobre su procedencia. Por último, dado que las fechas de caducidad y consumo preferente de los alimentos pueden resultar confusas, también se espera que la UE revise las normas sobre marcado de fechas, de modo que se evite desechar alimentos de forma innecesaria.

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